sábado 15 de noviembre de 2008
ALFREDO PALACIOS DONGO
El pasado día 6, en el marco de la celebración de un seminario internacional sobre el impacto de la educación inicial realizado en Santiago de Chile, el Banco Mundial presento su último informe sobre desarrollo infantil. Este documento señala que en la región, especialmente en países como Guatemala, Nicaragua, Bolivia y Perú, se presentan indicadores muy bajos de desarrollo infantil y no hay suficiente inversión ni cobertura en los servicios de la primera infancia. En este sentido se indica que en Bolivia y Perú, más del 25% de los niños no alcanza el peso mínimo al nacer –2.5 Kilogramos según el Fondo de Naciones Unidas para la infancia (UNICEF)– lo cual afecta su desarrollo físico y cognitivo; en cambio, en el resto de los países de la región esta anomalía oscila entre el 5% y 10%.
De acuerdo al informe, la falta de recursos económicos y los reducidos presupuestos destinados a la niñez representan el principal problema del desarrollo infantil. En Perú, Bolivia y El Salvador solo llega al 0.2% del PBI, lo cual contrasta con el promedio de 0.4% usado en México, Chile, Paraguay y Argentina o de hasta 1.2% en países desarrollados. Al respecto, el 20 de octubre pasado la directora adjunta de UNICEF, Florence Bauer, advirtió que si bien Perú registra desde el año 2001 un crecimiento económico sostenido, que el año pasado fue de casi 9%, aún "hay desigualdades muy importantes" donde el 40% de la población vive en situación de pobreza y un 25% de los menores de 5 años padece de desnutrición crónica, pidiendo "romper con el ciclo de pobreza e invertir en la niñez".
Es importante resaltar que los primeros ocho años de vida son fundamentales en el desarrollo infantil, especialmente los tres primeros que constituyen un período crítico para el desarrollo de la inteligencia, la personalidad y la conducta social, por lo que los niños requieren del máximo aporte de atención, alimentación y salud para desarrollarse y rendir debidamente a lo largo de su vida. Es el derecho de todo niño que nace, y la obligación recae en las familias, la comunidad, el Estado y la sociedad en general.
También en el último informe de supervivencia infantil de UNICEF "Estado Mundial de la Infancia 2008", el Perú ocupa el puesto 97 entre 180 países y sus tasas de mortalidad infantil –fundamentales para medir el bienestar infantil– indican que por cada mil niños nacidos vivos, entre los menores de 5 años mueren 25 y entre los menores de un año mueren 21. En dichas tasas, así como en otros indicadores como tallas menores de lo normal (24% de los niños) y esperanza de vida al nacer (71 años) nos ubicamos penúltimos en Sudamérica, solo antes que Bolivia.
Se ha avanzado muy poco para mejorar el desarrollo infantil, que es la base del desarrollo humano. Lamentablemente, el crecimiento económico sostenido y la existencia de muchos programas sociales no revierten esta angustiante realidad. Se debería incidir en mejorar los planes y programas y focalizar adecuadamente los recursos dirigiéndolos principalmente a la prevención y nutrición de la primera infancia. La atención integral de calidad de vida de nuestros niños es lo que asegurará un adecuado futuro a las nuevas generaciones, con ciudadanos sanos emocional y socialmente así como laboralmente productivos.
ALFREDO PALACIOS DONGO
El pasado día 6, en el marco de la celebración de un seminario internacional sobre el impacto de la educación inicial realizado en Santiago de Chile, el Banco Mundial presento su último informe sobre desarrollo infantil. Este documento señala que en la región, especialmente en países como Guatemala, Nicaragua, Bolivia y Perú, se presentan indicadores muy bajos de desarrollo infantil y no hay suficiente inversión ni cobertura en los servicios de la primera infancia. En este sentido se indica que en Bolivia y Perú, más del 25% de los niños no alcanza el peso mínimo al nacer –2.5 Kilogramos según el Fondo de Naciones Unidas para la infancia (UNICEF)– lo cual afecta su desarrollo físico y cognitivo; en cambio, en el resto de los países de la región esta anomalía oscila entre el 5% y 10%.
De acuerdo al informe, la falta de recursos económicos y los reducidos presupuestos destinados a la niñez representan el principal problema del desarrollo infantil. En Perú, Bolivia y El Salvador solo llega al 0.2% del PBI, lo cual contrasta con el promedio de 0.4% usado en México, Chile, Paraguay y Argentina o de hasta 1.2% en países desarrollados. Al respecto, el 20 de octubre pasado la directora adjunta de UNICEF, Florence Bauer, advirtió que si bien Perú registra desde el año 2001 un crecimiento económico sostenido, que el año pasado fue de casi 9%, aún "hay desigualdades muy importantes" donde el 40% de la población vive en situación de pobreza y un 25% de los menores de 5 años padece de desnutrición crónica, pidiendo "romper con el ciclo de pobreza e invertir en la niñez".
Es importante resaltar que los primeros ocho años de vida son fundamentales en el desarrollo infantil, especialmente los tres primeros que constituyen un período crítico para el desarrollo de la inteligencia, la personalidad y la conducta social, por lo que los niños requieren del máximo aporte de atención, alimentación y salud para desarrollarse y rendir debidamente a lo largo de su vida. Es el derecho de todo niño que nace, y la obligación recae en las familias, la comunidad, el Estado y la sociedad en general.
También en el último informe de supervivencia infantil de UNICEF "Estado Mundial de la Infancia 2008", el Perú ocupa el puesto 97 entre 180 países y sus tasas de mortalidad infantil –fundamentales para medir el bienestar infantil– indican que por cada mil niños nacidos vivos, entre los menores de 5 años mueren 25 y entre los menores de un año mueren 21. En dichas tasas, así como en otros indicadores como tallas menores de lo normal (24% de los niños) y esperanza de vida al nacer (71 años) nos ubicamos penúltimos en Sudamérica, solo antes que Bolivia.
Se ha avanzado muy poco para mejorar el desarrollo infantil, que es la base del desarrollo humano. Lamentablemente, el crecimiento económico sostenido y la existencia de muchos programas sociales no revierten esta angustiante realidad. Se debería incidir en mejorar los planes y programas y focalizar adecuadamente los recursos dirigiéndolos principalmente a la prevención y nutrición de la primera infancia. La atención integral de calidad de vida de nuestros niños es lo que asegurará un adecuado futuro a las nuevas generaciones, con ciudadanos sanos emocional y socialmente así como laboralmente productivos.