Mercedes Arancibia.- La Fiscalía de Milán quiere a Silvio Berlusconi sentado en el banquillo antes del verano. La instrucción de sus relaciones sexuales pagadas con la entonces menor Ruby, y el abuso de poder que eso significa más un cargo de cohecho, son pruebas suficientes para que la fiscalía haya pedido que se celebre un juicio lo más rápidamente posible.
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La Fiscalía de Milán ha creado una carpeta autónoma para las acusaciones de prostitución de menores y cohecho: un recurso técnico legal que le permite pedir el juicio inmediato para ambos delitos, saltándose la audiencia preliminar por "pruebas evidentes" . La magistratuta tiene ahora cinco días para pronunciarse.
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El resto de los casos de sus relaciones con otras menores, por favorecer la prostitución abierta, se encuentran en fase de instrucción en manos de la magistratura de Nápoles. Algunos expertos opinan hoy en la prensa italiana que el siguiente paso lógico será una reunión entra los fiscales de Nápoles y Milán "para decidirse por una estrategia común", se afirma en La Repubblica. Todavía, sin embargo, la fiscalía tiene que decidir si acusa también al Presidente del Consejo de haber intervenido en la puesta en libertad de la marroquí Ruby, en la noche del 27 al 28 de mayo de 2009, detenida por robo en la Comisaría General de Policía de Milán.
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Por su parte, Il corriere della Sera recuerda que il cavaliere tiene pendientes otros tres juicios, que van a celebrarse en los próximos días: el 28 de febrero en torno a lo derechos televisivos de su empresa Mediaset, el 5 de marzo audiencia preliminar sobre otra empresa de comunicación, Mediatrade, y el 11 de marzo "el caso Mills", del nombre del abogado británico al que sobornó para que mintiera en un juicio.
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También en Il Corriere, Barbara Spinelli se pregunta en un artículo lo mismo que se pregunta tanta gente en todo este occidente: ¿por qué, si siempre se ha sabido casi todo, los italianos han seguido votando a Berlusconi durante años?. "El misterio, dice, ya no es Berlusconi, quien desde hace años tiene un poder que no es normal: controlando las televisiones, intimidando a periódicos y magistrados. Después de tantas elecciones, el auténtico acertijo somos nosotros, cada uno de los ciudadanos".
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La periodista se muestra convencida de que, fuera de Italia, ningún jefe de gobierno podría durar tanto tiempo en esas condiciones. No pondría yo la mano en el fuego. Y si no, que eche una ojeada a su alrededor y vea como están las cosas en Francia, con dos ministros pringados hasta las cejas con el último dictador de Túnez, el derrocado Ben Alí, y el dictador que todavía hoy se columpia en Egipto, Hosni Mubarak. Tanto el primer ministro, François Fillon, como la insumergible Michèle Alliot-Marie, ahora en Exteriores y antes en Justicia y Defensa, han pasado unas plácidas vacaciones de Navidad el primero a costa del erario egipcio y la segunda en los aviones privados de un amigo íntimo de Ben Alí. (Ante las protestas de la izquierda, que ha pedido la dimisión de ambos, la señora ministra ha pasado al ataque preguntando por qué hasta que no fue derrocado la Internacional Socialista mantuvo en sus filas al partido del depuesto presidente tunecino).
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Y sigue Barbara Spinelli: "Todos estamos contaminados por la forma en que este hombre entró en política y la naturaleza de su poder, que constantemente mezcla su vida privada con nuestra vida pública. Todos vivimos una especie de show dominado por el sexo y los procesos del premier". Y vaticina , casi desesperada, que cuando acaben los juicios, Berlusconi volverá a ser el doctor Jekill y propondrá a los italianos un pacto de crecimiento económico y un armisticio sobre el resto de los "asuntos".
