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jueves, julio 26, 2007

ARMAS EN EL HOGAR ¿PELIGRO O SOLUCIÓN?

El Gobierno Nacional mediante el Registro Nacional de Armas (RENAR) ha encarado una campaña orientada al desarme ciudadano.

Realmente la discusión acerca de si las armas son beneficiosas en un hogar o no, es un tema resuelto por las estadísticas altísimas de accidentes y suicidios que se ven incrementadas día tras día en nuestro país en el uso indebido de armas de fuego.
No por este motivo se debe "demonizar" al uso de las armas en el domicilio, pero es una sincera opinión que a los ojos de los resultados es siempre preferible el arma en manos de un profesional educado y preparado psico físicamente para tal efecto y fundamentalmente entrenado para el uso de la misma en momentos de ser necesaria la legítima defensa.
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Esto requiere una práctica metódica del uso del arma y el dominio en la conciencia que siempre y sólo siempre un arma es para defensa de otra arma, que ilegítimamente nos pone en la necesidad de defender la vida propia o de terceros.
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Más allá de esto tenemos que pensar que la adrenalina siempre juega en contra y que el ciudadano que posee un arma en forma legal responde como tal por sus acciones no sólo en el plano penal sino también en el plano civil en los daños provocados a terceros aunque los mismos y no hablo del delincuente, sean por ejemplo transeúntes ocasionales víctimas de un disparo que atraviesa un cerco o una ventana.
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Las armas de uso civil condicional -el ejemplo más común, el calibre 9mm- tienen la suficiente potencia para atravesar una persona y seguir una trayectoria errática sin ningún problema dependiendo de si es detenida por tejidos duros como huesos o si atravesando tejidos blandos no tiene freno. Este es un ejemplo crudo pero cierto y ni hablemos de los problemas que se pueden generar por la impericia o la imprudencia en el uso de las armas lo que el código penal tipifica como culpa, que si bien es menor el monto de la pena a las acciones dolosas, los costos en el fuero civil son altísimos.


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Por último nos debemos preguntar ¿Estoy yo preparado para enfrentar toda la carga de responsabilidades que conlleva el uso de un arma? ¿Sé cómo discernir cuando voy a ejercitar una legítima defensa o cuándo voy a ingresar en el exceso de la misma? ¿Tengo las ganas y el tiempo para ejercitarme con instructores debidamente habilitados por el RENAR en Instituciones creadas a tal efecto?.
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Todas estas preguntas se deben plantear al momento de adquirir un arma o al momento de decidir si hay que deshacerse de ella.
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Todos los ciudadanos tenemos el derecho de defendernos, como también el Estado tiene la obligación de proveernos de seguridad, pero para llegar a ella se deben recurrir a herramientas básicas como la Educación, la Justicia y fundamentalmente no apartarnos de la célula madre de la democracia que es la familia. Los cambios empiezan de a uno en uno y se van multiplicando por imitación, construyendo de esta forma la base ética necesaria para que todos intervengamos con la opinión de temas tan calientes como este pero desde el principio de la sana crítica basada en construir, priorizando el interés nacional más allá de toda bandería política o interés.