EXPRESO sábado 17 de mayo 2008
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ALFREDO PALACIOS DONGO
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El día 13 se inició formalmente en nuestro país, la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea (ALC-UE), la cual culminará hoy, sábado 17, con la suscripción de la "Declaración de Lima". Los dos grandes temas en agenda fueron: "Pobreza, desigualdad e inclusión" y "Desarrollo sostenible, medio ambiente, cambio climático y energía". Ambos asuntos muy importantes, sin embargo el cambio climático, por su trascendencia a nivel mundial, sus impactos negativos, ambientales, sociales y económicos, y principalmente por la responsabilidad de todos los países en su agravamiento –unos más que otros–, es el que mayor atención y formulación de decisiones debe haber requerido.
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Dentro de los impactos del cambio climático, uno de los más dramáticos es la escasez de agua potable. Cuando el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, habló en enero pasado ante el Foro Económico mundial de Davos, su tema no fue la inminente recesión de la economía global, sino, la creciente escasez de agua en el mundo. La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD) proyecta que para el año 2030, cerca del 47% de la población mundial vivirá en áreas con graves carencias de agua.
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El 2 de febrero pasado, el Foro de Ministros de Medio Ambiente de Latinoamérica y el Caribe suscribió la "Declaración de Santo Domingo", con serias advertencias sobre los nocivos efectos del cambio climático en la región, donde más de 100 millones de personas podrían sufrir escasez de agua potable en los próximos años.
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En nuestro caso, la crisis hídrica es también grave. De acuerdo al último censo, en el 2006 se registraron 10 millones de compatriotas sin agua potable. Casi 4,000 niños mueren al año por enfermedades que podrían evitarse, con medidas sanitarias y mejor abastecimiento de agua potable y desagüe. En la región de los andes centrales, se han registrado en la última década incrementos de temperatura de 0.34°C (70% más temperatura que a nivel mundial, que registró 0.2°C), lo que ha ocasionado que los glaciares pierdan un volumen de agua equivalente al que consume todo Lima en 10 años. Esta pérdida afecta seriamente nuestra agricultura, medio de subsistencia para gran porcentaje de peruanos.
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En este panorama, la carencia de agua potable para más de 1,000 millones de personas en el mundo, constituye una devastadora crisis humanitaria y representa uno de los mayores desafíos de desarrollo humano.
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Las conclusiones de la "Declaración de Lima", estarían considerando como una meta, dentro del tema de la pobreza, la universalización del acceso a servicios de agua y saneamiento, y en el tema del cambio climático, se consignarían mecanismos para mitigar el efecto invernadero. Sin embargo, se espera que en esta Declaración, se ratifique la crisis hídrica como un problema de prioridad política –tal como han reconocido los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, en el Consejo Europeo de noviembre 2007 en Bruselas–, y se suscriban compromisos y propuestas concretas para el desarrollo de una estrategia evolutiva que enfrente esta grave crisis en ambos continentes.
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El día 13 se inició formalmente en nuestro país, la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea (ALC-UE), la cual culminará hoy, sábado 17, con la suscripción de la "Declaración de Lima". Los dos grandes temas en agenda fueron: "Pobreza, desigualdad e inclusión" y "Desarrollo sostenible, medio ambiente, cambio climático y energía". Ambos asuntos muy importantes, sin embargo el cambio climático, por su trascendencia a nivel mundial, sus impactos negativos, ambientales, sociales y económicos, y principalmente por la responsabilidad de todos los países en su agravamiento –unos más que otros–, es el que mayor atención y formulación de decisiones debe haber requerido.
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Dentro de los impactos del cambio climático, uno de los más dramáticos es la escasez de agua potable. Cuando el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, habló en enero pasado ante el Foro Económico mundial de Davos, su tema no fue la inminente recesión de la economía global, sino, la creciente escasez de agua en el mundo. La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD) proyecta que para el año 2030, cerca del 47% de la población mundial vivirá en áreas con graves carencias de agua.
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El 2 de febrero pasado, el Foro de Ministros de Medio Ambiente de Latinoamérica y el Caribe suscribió la "Declaración de Santo Domingo", con serias advertencias sobre los nocivos efectos del cambio climático en la región, donde más de 100 millones de personas podrían sufrir escasez de agua potable en los próximos años.
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En nuestro caso, la crisis hídrica es también grave. De acuerdo al último censo, en el 2006 se registraron 10 millones de compatriotas sin agua potable. Casi 4,000 niños mueren al año por enfermedades que podrían evitarse, con medidas sanitarias y mejor abastecimiento de agua potable y desagüe. En la región de los andes centrales, se han registrado en la última década incrementos de temperatura de 0.34°C (70% más temperatura que a nivel mundial, que registró 0.2°C), lo que ha ocasionado que los glaciares pierdan un volumen de agua equivalente al que consume todo Lima en 10 años. Esta pérdida afecta seriamente nuestra agricultura, medio de subsistencia para gran porcentaje de peruanos.
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En este panorama, la carencia de agua potable para más de 1,000 millones de personas en el mundo, constituye una devastadora crisis humanitaria y representa uno de los mayores desafíos de desarrollo humano.
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Las conclusiones de la "Declaración de Lima", estarían considerando como una meta, dentro del tema de la pobreza, la universalización del acceso a servicios de agua y saneamiento, y en el tema del cambio climático, se consignarían mecanismos para mitigar el efecto invernadero. Sin embargo, se espera que en esta Declaración, se ratifique la crisis hídrica como un problema de prioridad política –tal como han reconocido los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, en el Consejo Europeo de noviembre 2007 en Bruselas–, y se suscriban compromisos y propuestas concretas para el desarrollo de una estrategia evolutiva que enfrente esta grave crisis en ambos continentes.