ALFREDO PALACIOS DONGO
El jueves 12 pasado se conmemoró el "Día Mundial Contra el Trabajo Infantil", día que pasó inadvertido en nuestro país, a pesar que según el último informe estadístico INEI-2001 existían 1'987,000 niños y adolecentes, de entre 6 y 17 años, involucrados en esta actividad, y siguiendo las estimaciones, el año 2005 se habría llegado a 2'265,000.
En este día, el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Mario Pasco, no se pronunció, y la acción más importante de la ministra de la Mujer y Desarrollo Social, Susana Pinilla, fue la de compartir el martes 10 un desayuno con 14 niños trabajadores y ex trabajadores. Sin embargo, era la ocasión para tratar sobre los resultados y avances del "Plan Nacional de Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil 2005", del "Plan Nacional de Acción por la Infancia y Adolescencia 2002-2010", y de conocer los resultados de la "Encuesta Nacional de Trabajo Infantil" (ETI 2007) que se realizó entre setiembre y noviembre de 2007.
La mayor parte del trabajo infantil está relacionado con la explotación de la pobreza, ya que obliga a los niños a someterse –afectando casi siempre sus estudios– a condiciones de trabajo injustas e intolerables, a cambio de recibir mínimos pagos. Esta situación además refuerza el círculo vicioso de la pobreza, ya que al impedirles mejorar o concluir su educación, les reduce la oportunidad de un futuro mejor. Es así, que en los departamentos más pobres, existe mayor porcentaje de trabajo infantil (sobre 100 niños, en Puno trabajan 70, en Huancavelica 59 y en Apurímac 58).
En el 2001 las actividades infantiles más numerosas eran el comercio, servicio doméstico y peones de labranza. Actualmente se presenta un gran incremento en la minería informal de oro, especialmente en Madre de Dios, Arequipa, Ayacucho, Puno, Cuzco, Cajamarca, La Libertad y Piura. La UNICEF ha advertido que existen redes de explotación laboral y sexual contra menores de edad en los lavaderos del Cuzco y Madre de Dios.
Los convenios 182 y 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ambos aprobados por el Perú, prohíben las peores formas de trabajo infantil y adolescente y determinan la edad de 14 años como mínima para empezar a trabajar, siempre y cuando –tal como lo establece la Convención sobre los Derechos del Niño– estén protegidos contra explotación económica, peligro, salud, desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social, y sin que entorpezca su educación.
En el último informe "Estado de la Niñez en el Perú", presentado el 29 de abril pasado por la UNICEF, la Embajada de Canadá y el INEI, se expone que al 2006, el 20% de niños entre 6 y 11 años –que abarca el 12.8% de la población nacional– realiza algún trabajo, y en áreas rurales lo hace casi el 40%, pero sin determinar su heterogeneidad en términos de jornadas, severidad, ni riesgos en salud y educación.
En este panorama, se requiere prioritariamente conocer los resultados de la encuesta de trabajo infantil ETI 2007 para, sobre esta base, y a través de una labor conjunta y multisectorial, se adopten las medidas más eficaces para lograr la prevención y erradicación de este grave problema de política social que enfrenta nuestro país.