Madrid- El sida deja cada año en el mundo un paisaje desolador. En el año 2005, este letal microorganismo, que es un millón de veces más versátil y mutable que el virus de la gripe, infectó a cinco millones de personas, según los datos hechos publicos ayer que se reflejan en el informe anual de ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud (OMS). En total, el número de habitantes que están infectados es de 40,3 millones.
Estas cifras invitan al pesimismo ya que, a pesar de todos los esfuerzos, las organizaciones sanitarias se ven incapaces de apagar el fuego desencadenado por esta pandemia. «En 2005 se produjeron tres millones de muertes por sida», indicó ayer el Dr. Luiz Loures, Director Adjunto para iniciativas Globales del Departamento de Apoyo a Países y regiones de ONUSIDA, en rueda de prensa en el Ministerio Sanidad en Madrid. La epidemia, «sigue creciendo», de acuerdo con este experto.
«En Rusia y en el antiguo bloque soviético ya hay seis millones de infectados». Esto significa que el crecimiento experimentado del virus en estas regiones se ha multiplicado por un factor de veinte en los últimos diez años. En América Latina las cosas no están mejor. En 2005 hubo 200.000 nuevos casos de infección, y el VIH alcanza las capas de los más jóvenes». «Es el mayor crecimiento de los últimos 20 años», asegura este experto».
El preservativo como arma. Entre las conclusiones del informe, destaca la importancia del preservativo como arma para frenar la expansión del virus. «No hay vacuna, después de 20 años de sufrimiento», dijo Loures. «No existe un milagro, lo que existe es el profiláctico».
En America Latina destacó la dificultad de plantear este tema «hablando de sexo de forma abierta» en el tema educativo. Loures admitió que el debate moral sobre el uso del profiláctico como estrategia de prevención, especialmente por parte de la Iglesia, «favorece el crecimiento de la epidemia», en una crítica directa a esta política. «Hay ahora diálogo con la Iglesia, pero lo que se necesita aquí es un acuerdo de mínimos.
Hay que usar el preservativo. El informe de ONUSIDA hace referencia al caso de Uganda, un país azotado por la epidemia en el que la prevalencia del VIH en las mujeres disminuyó bruscamente del 20 por ciento entre 1994 y 1995 al 13 por ciento en 2003, y en hombres, del 15 al 9 por ciento en el mismo periodo. Se ha atribuido esta reducción a un cambio en el comportamiento de las parejas, en el sentido preconizado por la Iglesia de que la fidelidad (entendida como el establecimiento de una pareja estable excluyendo contactos sexuales externos) es un freno a la expansión del virus, algo totalmente consistente desde el punto de vista científico.
Sin cuestionar los riesgos que supone, desde el punto de vista epidémico, los contactos sexuales frecuentes fuera de la pareja, el reciente estudio de ONUSIDA sugiere que el 5 por ciento de la disminuciónde la prevalencia del 6,2 por ciento observada en Uganda no se debe a un cambio de comportamiento, sino a un aumento de la tasa de mortalidad; en otras palabras, hay menos portadores del virus VIH porque han muerto más personas. En el informe, llevado a cabo en 44 regiones de este país, se muestran algunas discrepancias.
En Rakai, los investigadores se han topado con una paradoja. Hay cada vez más jóvenes que practican el sexo con diferentes parejas, pero la incidencia del VIH no ha aumentado en este sector de riesgo. «La proporción de adolescentes que menciona haber tenido multiples parejas sexuales prematrimoniales se ha incrementado de forma notable», indica este estudio: De menos del 25 por ciento en 2000 a caso el 35 por ciento en 2003. Los expertos creen que ha aumentado el uso de preservativos.
Loures pone como ejemplo Brasil. Los jóvenes tienen sus primeras relaciones sexuales a los 15 años, y entre un tercio y dos tercios de este sector de riesgo sí usa preservativos. «No puedo seguir el discurso de que la abstinencia signifique un número menor de casos de sida entre los jóvenes», afirma.
Violencia de género. Dado que las relaciones sexuales son complejas, Loures citó algunos factores de riesgo que alimentan la epidemia, entre ellos el de la violencia de género. Se trata de mujeres casadas que son fieles a sus parejas, pero que resultan infectadas porque sus maridos mantienen relaciones externas, adquieren así el VIH y se niegan a utilizar el condón.
África sigue siendo el continente más castigado, aunque «quizá por primera vez existen evidencias de reducción en las tasas del VIH en algunos países», dijo Loures, que atribuye esta reducción al uso del preservativo. «No se trata de que estemos revirtiendo la epidemia, pero estos datos traen más esperanza». En líneas generales, África subsahariana cuenta con el 64 por ciento de todas las infecciones de VIH que se producen en el mundo.