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Eduardo Casanova
Jueves, 3 de enero de 2008
2008 ya se anuncia como un año malo para Chávez y bueno para la mayoría de los venezolanos. Para empezar, o, si se quiere, apenas empezando, a Chávez le salió el tiro por la culata. Armó un show a costa de tres rehenes de las Farc con la esperanza de ganar puntos en el mundo. Y los perdió. Se le atravesó Álvaro Uribe Vélez, que no sólo demostró que a pesar del apoyo de Chávez, el narcotráfico, Cuba y muchos movimientos torcidos del mundo, las Farc son un cadáver, sino que probó que ese cadáver ambulante ha llegado a unos niveles de criminalidad absolutamente intolerables, pero también a un grado de incompetencia e inutilidad tal, que si no han caído del todo es porque la selva y el clima los protegen. Ni siquiera sabían que el niño Emmanuel no estaba entre sus rehenes, y por eso no pudieron cumplir lo que habían ofrecido. Pero lo realmente grave de todo el asunto no es eso. Lo realmente importante y grave de todo es que, gracias a la payasada de Chávez, se supo de un niño torturado por las Farc. Un niño desnutrido, maltratado, con un brazo roto. A lo de narcotraficantes y delincuentes que secuestran gente, hay que añadirle a las Farc lo de torturadores de niños. Y como es absolutamente cierto aquello de que el amigo de mi amigo es mi amigo, el gobierno (o desgobierno) de Chávez debe ser considerado torturador de niños. Para colmo, la reacción de Chávez y los suyos ha sido deplorable: por una parte, el teniente coronel anuncia una "amnistía", pero la tal amnistía no abarca a las víctimas de sus injusticias y no pasa de ser un farol más para engañar incautos. Eso es torturar familias enteras, es torturar a un país. Y en vez de reconocer que se equivocó, anuncia con soberbia que va a seguir "por otras vías". Es el crimen envuelto en su ropa de maldad. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar sus abusos, sus locuras, sus disparates y sus estropicios? Ojalá que este Nuevo Año, el 2008, se encargue de apartar del poder a quien tanto y tan grave daño le ha hecho y le hace a Venezuela. A quien ayuda a los que torturan niños y tortura familias, y el país.
