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jueves, mayo 31, 2007

EL FRACASO DE LA CRITICA SOCIAL

-Alberto Rodríguez Barrera-

Alberto Rodriguez albrobar@gmail.com, chinorodriguez1710@yahoo.com , albrobar@gmail.com

Fecha: 31-may-2007

Hora: 16:57


Cuando se dice que Mark Twain se perdió para la sátira social y que eso fue "la tragedia de Mark Twain", hay que recordar que la verdadera tragedia fue su fracaso para cumplir con la promesa que fue su "The Gilded Age" (la era dorada).

El libro fue hecho en colaboración con Charles Dudley Warner, quien escribió algunos capítulos que contienen una historia de amor sin sentido que no ameritan consideración por no estar en armonía con el resto del libro.

La porción hecha por Twain incluyen capítulos que tratan sobre el Coronel Sellers y las condiciones del capital; y es un precioso trozo de sátira social; tomando el optimismo fronterizo que siempre estaba a punto de "hacerse rico", Twain lo inyecta en el salvaje espíritu especulativo de los 1870s, rodeándolo con llamativos truhanes pícaros y deleznables ignorante que caracterizaron los negocios y la política de la era.

En "The Gilded Age" Twain estaba en la punta de los pies listo para arrancar su vuelo literario; prometía ser el gran satírico americano, pero también había otra promesa en el experto toque con que maneja las escenas de la infancia, una promesa que iba a darle la espalda a la sátira para ser el cronista de un tiempo y lugar que se había apartado de la juventud.

Esto último fue la promesa que cumplió, y mientras esa promesa aportó tres glorias de la literatura americana, el lector sensible siente –como el autor mismo sintió- que "Tom Sawyer", "Life in the Mississippi" y Huckleberry Finn" sólo nos dio parte de las potencialidades totales de Twain; jamás siguió los poderes exhibidos en "The Gilded Age".

En las tres novelas que consolidaron su fama, la poesía y el romance con el río inundan cada página con el brillo de recuerdos temperado por el buen arte literario. Ciertos pasajes de "Tom Sawyer", los primeros 20 capítulos de "Life in the Mississippi" y todo "Huckleberry Finn" llevan la marca del genio, memorias de oro de un tiempo que pasó, evitando lo desagradable, perdiendo el tiempo agradablemente sobre lo placentero, resultando una plácida historia con palabras formadas con afecto. Los tres libros son representativos de cierta fase de la vida fronteriza, aunque no dan el cuadro completo.

"A Connecticut Yankee at King Arthur's Court", escrito cuando Twain tenía 54 años, expresa totalmente su innato espíritu fronterizo; lanza y barre 300 años de la América emprendedora en la atmósfera de la caballerosidad y la aristocracia. El yankee encuentra todo equivocado en Camelot; los ideales democráticos encalambran y obstaculizan el desarrollo de la habilidad natural; la injusticia y la crueldad florecen por doquier, el envilecimiento de las clases bajas ante los clérigos y nobles es repelente, los ideales caballerosos indignan cada sugerencia de sentido común… En todas las críticas Twain vocea las ideas del pionero del oeste.

La pregunta sobre este libro es si Twain criticaba la civilización de Camelot o las fallas de la Era Dorada americana; es concebible que Twain, sintiéndose incapaz de criticar su era debidamente, hizo el trabajo indirectamente.

La frontera hizo a Mark Twain y la Era Dorada lo arruinó. Cuando fue al oeste en 1868 quería tener éxito, pero se encontró con que el éxito se medía de dos maneras: por el favor popular y por el ingreso monetario. Con su ingreso por vía del matrimonio a una familia próspera y económicamente respetable, buscó resolver ambos; y las cosas cambiaron.

viejos ideales fueron oscurecidos por el ruido y la prosperidad de la Era Dorada; se hizo íntimo de hombres de negocios y políticos que antes hubiera rechazado, y asumió sus aspiraciones e ideales; dejó de atacar fieramente cualquier cosa con la que se había identificado; su crítica cáustica fue silenciada.

Su deseo de ser considerado respetable eliminó su fuerza primitiva; convivió con la tradición remilgada que tenía secuestrada a la literatura, y cuyos escritores aprobados debían ser silenciosos, inofensivos y muy inocuos. Incapaz de criticarla, la Era Dorada no le impidió a Twain ver tanto sus fallas como su propia debilidad al no rechazarlas.

Twain comprendió las monstruosas injusticias en la economía y las políticas sociales de su tiempo, entendió el amargo grito de los oprimidos y, aunque reclamaba en privado, jamás desenvainó la pluma. Twain veía muchas cosas, y el resultado fue que se convirtió en uno de los primeros estadounidenses de pensar pesimista, digno del naturalismo por venir.

No todo fue culpa de la Era Dorada. Twain leía mucho sobre historia y ciencia; la raza humana había desperdiciado tanta vida y felicidad que la historia no era un estudio optimista, y las primeras implicaciones de la ciencia eran bastante pesimistas. Sus conclusiones sobre el futuro del mundo eran compartidas por hombres como Hardy y Anatole France; el sufrimiento y la aflicción del mundo era un problema que estos hombres no podían resolver alegremente.

Pero en "The Gilded Age" es aguda y no oculta; hace "apartes" e interpola afirmaciones en los libros sobre el Mississippi; y aparecen indirectamente en "A Connecticut Yankee".

De ahí en adelante entra la negra desesperación, el sentido de futilidad que ve en la vida un sueño melancólico que tiene su fin en el último largo sueño. Es una curiosa conclusión para quien vino del oeste intoxicado con los boyantes ideales de la frontera. Pero el satírico había sido frustrado, obligado a escribir ajeno a su naturaleza original bajo la voluntad de la Era Dorada.

La medianoche del espíritu de Mark Twain se encuentra mejor en sus dos obras cortas: "What is Man?" y "The Mysterious Stranger". La primera es un diálogo filosófico que expone la opinión de que el hombre es un autómata enteramente a merced de influencias poderosas que no entiende y que ni siquiera puede comenzar a controlar. La segunda es una de las supremas expresiones del pesimismo en literatura; termina en la nota de que la vida es un sueño, y la última palabra es una exhortación para soñar "otros sueños, y mejores".