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TRABAJADORES, QUE NO LOS ENGAÑEN
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El diccionario define a los díscolos como "desobedientes" y sin duda lo que tienen en común todos los parlamentarios que por ese calificativo son conocidos, es justamente la desobediencia. Cualquiera podría pensar que esa desobediencia se ha traducido en el rechazo a proyectos que van contra lo que demandan los trabajadores y el pueblo en general. Lamentablemente no es así y los trabajadores podemos dar fe de ello.
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Veamos en que se fundamenta nuestra contundente afirmación.
En materia de negociación colectiva los patrones siguen haciendo lo que se les antoja mas allá de cualquiera ley o reforma que se haya dictado en estos años. Las actuales normas de negociación colectiva ni siquiera cumplen con lo que prometió el programa de la Concertación en 1989. Hasta ahora el quórum para constituir sindicatos no ha significado una explosión de organizaciones, y ha dañado mas que beneficiado a las organizaciones haberlas liberado de la obligación de presentar balance anual. En otras materias la cuestión no es muy distinta, con el voto de los díscolos, en todos estos años, se han aprobado reformas como la polifuncionalidad, el pago de las indemnizaciones en cuotas y un largo etcétera que culmina con la ley 20281 (sueldo base igual ingreso mínimo).
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Lo que debemos tener claro, es que no podemos creernos el discurso de desobedientes que al momento de las decisiones casi siempre han resuelto alinearse con la coalición, que por lo demás es la que los llevó a las posiciones que hoy ocupan.
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Lo que sirve para los díscolos también vale para quienes bombardean con correos electrónicos, anunciando que vienen nuevos aires con las elecciones de la CUT. Se trata del mismo anuncio que se hace cada 4 años y que no ha significado hasta ahora mejoras reales y de fondo en beneficio de los trabajadores. Poco o nada cambiará si salen electos estos en vez de aquellos. Mientras no vote cada trabajador afiliado al sindicato, mientras las organizaciones no paguen sus cotizaciones mes a mes, no habrá democracia sindical y eso es vital para el sindicalismo que todos reivindican, pero casi ninguno aplica.
Lo único concreto es que mas allá de acusaciones y reclamos para la galería, a la hora de conversar con el gobierno, TODOS por acción o por omisión han terminado aceptando leyes y acuerdos que no significaron avances reales.
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Los trabajadores están mas que claros que no van a luchar por sus derechos quienes llegan a acuerdos a sus espaldas, que no van a ser dignificados por aquellos que son capaces de pactar con los mismos que posibilitaron el desastre que hoy nos abruma.
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A muchos tiene sin cuidado un proceso electoral indirecto en el que los trabajadores no son actores. Es probable que nada cambie, salvo algunos rostros de acuerdo a la voluntad de los partidos.
Lo que pase en la CUT no será trascendente para la clase trabajadora.
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El pueblo no necesita díscolos ni luchadores a tiempo parciales. Demanda a viva voz compromiso real y acción efectiva. Menos gestión mediática y más acción revolucionaria. Si de algo podemos sentirnos responsables quienes no participamos de ese remedo de gestión, es de no lograr aún convencer a los trabajadores, el pueblo, que los cambios dependen de nosotros en el diario actuar.
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Ese es el gran desafío de la hora presente, constituir y /o activar las organizaciones sindicales y sociales para que asuman la responsabilidad de presentar las demandas de la clase y luchar por ellas.
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Manuel Ahumada Lillo
Presidente
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Nuestra Fuerza es la Unidad, Nuestra Meta la Victoria