El gobernante cobarde "se lavó las manos..." cediendo ante un sector de piquetéo y hostigamiento ruidoso y agresivo, que se imponía sobre el pueblo pacífico pensante: dejó que condenaran a muerte al inocente y silencioso Jesús, liberando al ladrón Barrabás, y allí se estableció una injusta impronta. ¡Lo muy grave es que tras veinte siglos, cambiando los nombres, aquí perdura el método!
Luis Augusto Weckesser
Luis Augusto Weckesser