Carta 454: Nacional: Política – Economía – Energía – Campo – Ciencia y Tecnología

Redacción redaccion@cartaargentina.com.ar

Fecha: Buenos Aires – Argentina – 11/3/03

Hora: 17:18

CARTA ARGENTINA (CA) www.cartaargentina.com.ar

BIODIESEL DE ALGAS PATAGÓNICAS. Biocombustubles I

Carlos M. Duré cmd@cartaargentina.com.ar

Hará más o menos 15 días, el Miami Herald publicó que la Argentina acababa de anunciar que sería el primer país del mundo en producir biodiesel a gran escala a partir de un tipo específico de algas.

Siempre conforme al periódico citado, sólo Argentina y EE. UU. venían haciendo experimentos avanzados en la materia. El Massachussets Institute of Tecnology, MIT, y la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, de la provincia argentina de Chubut, según explica la nota, se encontraron repentinamente ante la opción de pasar de la experimentación a la producción industrial cuando el empresario argentino Jorge Kaloustian, presidente de Oil Fox, propuso asumir el riesgo inicial en una empresa mixta integrada por la universidad patagónica, el Estado provincial de Chubut y su propia fábrica de biodiesel.

Le explicó Kaloustian al diario de Miami una ha. de soja produce 400 L de biodiesel y una ha. de algas 400 000. En otro marco, el empresario consideró que por razones de precios y de volúmenes, el mercado interno argentino no podría consumir tanto biodiesel por lo que su destino sería la exportación.

Aparentemente la empresa está tan avanzada que se prevén las siguientes etapas: un área de cultivo de algas y una destilería de aceite en Chubut, su transporte por barcos tanqueros hasta el puerto de San Nicolás - sobre el río Paraná a 2000 km de su origen - donde una refinería producirá el diesel.

Kaloustian dice haber recurrido a bancos alemanes para financiar los us$ 19 millones que debe aportar a la empresa mixta. Según sus propias palabras, los banqueros le exigieron una garantía de biodiesel a base de soja durante 5 años lo que significaría disponer de toda la producción de 600 000 ha de oleaginosa. En principio descartada tal fuente financiera, Jorge Kaloustian se halla gestionando capitales alternativos.

Hasta aquí, esta carta de CA sólo se propone dar un poco más de difusión a una noticia que circula con baja repercusión por los circuitos secundarios de la opinión pública.

CA buscó en internet alguna información comparable pero, si bien encontró muchas referencias generales al biodiesel de algas, sólo unos pocos experimentos industriales norteamericanos en pequeña escala podrían asimilarse a la empresa argentina.

Se podría apuntar al margen que la desconfianza de los alemanes puede fundarse en que los experimentos avanzados se restringen a la Argentina y a EE. UU. o en que a Europa le da igual si el biodiesel proviene de la soja, las algas o el aceite refrito de las milanesas pues no afectará sus costos.

Sin embargo, el tema de las nuevas fuentes de energía de aplicación directa e inmediata al sistema productivo tiene complejas ramificaciones que convendrá abordar en siguientes entregas.

El lector advertirá entonces, por ejemplo, cómo el negocio de los biocombustibles puede volverse en contra de una política de distribución de riquezas, cómo puede profundizar el desequilibrio entre países industriales y países agrícolas, y dentro de éstos, cómo la burguesía exportadora concentra poder y riquezas en desmedro del mercado interno. El lector quizá encontrará entre tantas facetas del negocio biocombustible, que el acuerdo cerrado hace sólo tres días entre Brasil y EE. UU. para la provisión de etanol puede significar un desastre económico para los sectores sociales bajos que apoyan a Lula.

Aunque también verá en un simple ejemplo cómo el biodiesel crea por primera vez en la historia argentina un ciclo de retroinversión industrial en el campo, acaso el embrión de una nueva economía independiente a largo pazo.
(Fin de la carta)

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